Fue un dÃa nublado, de esos frÃos como los que me gustan. Decidà trotar. Iba pensando en la universidad, el trabajo, otra vez mi madre y el que voy a ser tÃa de un hermoso varón. Llego al parque con la esperanza de poder hacer las dos vueltas que me propongo a realizar todos los dÃas; no lo logro, pero cada vez me acerco más a mi meta.
-Comencé a disertar entre la vida y la muerte, y trotar. Nos colocamos metas con ansias de siempre cumplirlas, aunque no sea asÃ. Pensaba que en el recorrido de mi vida prefiero trotar, descansar cuando mis piernas flaqueen y tomar agua para saciar la sed; pero igualmente seguir. Caminar, me parece demasiado aburrido, vas poco a poco, no ejercitas tu cuerpo y tardas muchÃsimo más en llegar a la meta. Correr me es excesivo. Si, le puedes ganar a quien va trotando y caminando, pero si no tienes un entrenamiento previo puedes cansarte y abandonar la carrera; lo que queda es el cansancio y la frustración por no haber cumplido-
Todo esto lo iba pensando, mientras delante de mi iba un señor bastante mayor, trotando, dando pasos agigantados, sonriendo.. Como dándole gracias a alguien. Mientras yo, pensaba en alcanzarlo. Fue realmente imposible, él estaba mucho más entrenado que yo.
Soñando en lo que escribirÃa, sentÃa a mi alrededor que alguien me seguÃa, vestido de blanco con cabello negro. Me detuve un par de veces, para pensar y ver que mi paranoia no era real. No vi a nadie, ni nada. Pero cuando comenzaba otra vez lo veÃa, mandándome centellazos para afirmar que él estaba ahÃ.
- Dormida, despierta, en mis palabras diseñaba como querÃa mi vida. SentÃa como la vida y la muerte batallaban, por mi búsqueda… Ambas apostaban al mejor postor. SentÃa como una me alentaba y otra como humedecÃa mi camino, me colocaba obstáculos. Pero era muy confuso, ambas besaban mis mejillas y me pregunto yo: ¿A qué me alientas?, y tú ¿Los obstáculos son para que los supere y aprender de ellos o realmente desvanecer en el intento?... ¿Quién es quién?...-
Y justo ahÃ, en mi sueño, trotando… Ha pasado el anciano, tirándome dos besos; afirmando que la vida y la muerte me acompañaban en ese trote como si fuera el primero y último de mi vida.